Casas de la Alegría

Ejemplo de prevención del trabajo infantil

Cada año, cerca de 20.000 personas Ngäbe-Buglé cruzan la frontera apenas perceptible en busca de condiciones laborales más favorables. Anticipándose a la temporada de cosecha de café, viajan en grupos de familias a Costa Rica desde Panamá, y se quedan la temporada de septiembre a marzo.

Históricamente han sido semi-nómadas a lo largo de su tierra ancestral entre la frontera de los dos países creada hace solo 80 años, en 1941. El tránsito también se ve facilitado por la ausencia de presencia militar formal y las relaciones amistosas entre los dos países.

Los pueblos Ngäbe-Buglé se encuentran entre las poblaciones más vulnerables. Fue hasta hace poco, con el apoyo de ACNUR, que ambas instituciones estatales iniciaron campañas para entregar documentos de identificación por estar en riesgo de apatridia. Una cantidad importante no se registró en ninguno de los dos países, lo que generó otros problemas en el acceso a la educación, la atención médica y el empleo de adultos. Las mujeres daban a luz en sus casas sin atención médica por miedo y desconfianza a las instituciones no indígenas, siendo deportadas o que las autoridades les quiten a sus hijos si se presentaban al hospital sin identificación.

 

Según el PNUD, el porcentaje de hogares de pueblos indígenas que carecen de al menos una necesidad básica es del 70,1% frente al 24,6% del porcentaje nacional. Esto es consecuencia de los persistentes procesos discriminatorios, estructurales e históricos que se iniciaron hace más de 500 años. La colonización, el racismo y el despojo sistémico de sus territorios afectaron gravemente su relación con su tierra con inmensas consecuencias negativas en sus formas de existir y bienestar hasta el día de hoy.

Aproximadamente el 85% de los Ngäbe-Buglé viven en condiciones de pobreza extrema que crea ondas de marginación que a menudo conducen a medidas difíciles. Esto se manifiesta en que los padres no tienen más remedio que llevar a sus hijos a coger los granos de café, las mujeres cargan a sus bebés mientras trabajan bajo el riesgo de pesticidas peligrosos e inclemencias climáticas, dejando a sus hijos desatendidos en viviendas cerradas o niñas de cinco años a cargo, como cuidadoras, de bebés y niños pequeños. Estos son ejemplos de medidas extremas que sus padres y madres deben tomar como respuesta a la supervivencia y la necesidad de mantener a sus familias.

Además, las diferentes prácticas culturales en diferentes entornos afectan la salud de los niños. Un ejemplo es que los Ngäbe-Buglé mantiene el fuego durante el día para cocinar o para mantener alejados a los mosquitos, insectos y otros animales. Los humos del fuego, combinados con los aceites de la comida, sirven para compactar y crear impermeabilidad de sus techos, que en su tradición están hechos de materiales orgánicos. Sin embargo, mientras trabajan en Costa Rica se les proporciona una estructura de vivienda y materiales diferente. Naturalmente, los Ngäbe-Buglé continúan con sus prácticas habituales mientras se encuentran en sus casas temporales. Como resultado, los niños sufren de enfermedades respiratorias, alergias, quemaduras, falta de juego y estimulación del desarrollo.

Una gran motivación para implementar prácticas de responsabilidad social empresarial provino del escándalo que llegó con el aviso del Departamento de Trabajo de los Estados Unidos sobre niños en riesgo de trabajo infantil en fincas cafetaleras especialmente en fincas medianas y grandes donde se pierde la relación familiar entre familias indígenas y familias de empleadores . Los inversores y compradores que amenazaron con rescindir los acuerdos de compra impulsaron un cambio significativo.

Juntos, UNICEF, el gobierno de Costa Rica, el gobierno local, los caficultores y la sociedad civil se unieron para mejorar la calidad de vida de estos niños, con la ayuda del Dr. Ortiz Rosés, “el tesoro local”, quien por más de 30 años ha servido como puente entre culturas que trabajan por un trato más humano de los niños Ngäbe-Buglé. Las Casas de la Alegría / Jamigara judö jüe / Houses of Joy ofrecen un espacio de atención público y servicios de protección social prestados en parte por los caficultores en un esfuerzo por prevenir el trabajo infantil y brindar mejores condiciones a sus trabajadores.

Como resultado, los caficultores acordaron proporcionar espacios dentro de sus fincas y hacerse cargo de los servicios públicos y otros gastos, como el transporte a los centros de cuido cuando sea necesario. Mientras que el Estado subsidia el pago de los cuidadores y la alimentación, albergando un mínimo de 15 niños por Casa de la Alegría. Hasta el momento, hay 24 de estos centros en diferentes regiones cafetaleras de Costa Rica que benefician al menos a 774 niños. Alcanzando alrededor del 25,8% de un aproximado de 3.000 niños que llegaron a Costa Rica en 2019.

Las Casas de la Alegría se diferencian unas de otras según la ubicación de la finca cafetalera y, como ha sido mencionado, el espacio provisto depende de los caficultores y sus cooperativas. En ocasiones los centros están bien equipados, como centros comunitarios modificados, edificios nuevos para este propósito específico, a veces son bodegas o lugares de almacenamiento adaptados en espera de mejoras con la cooperación internacional o fondos privados. En palabras del Dr. Ortiz las Casas de la Alegría “han estado creando un efecto dominó a medida que las personas indígenas se trasladan de fincas remotas a fincas cercanas al Valle Central, que incluye el entorno de la ciudad capital- y ellos mismos piden Casas de la Alegría donde no las hay” y es así como otras fincas han venido replicando el modelo con subsidios del Estado o incluso con fondos totalmente privados de los cafetaleros.

A pesar de que el modelo está en constante evolución de acuerdo a las necesidades y presupuestos disponibles, las Casas de la Alegría son ejemplos de éxito en diferentes niveles como: i. Prevención del trabajo infantil y exposición de los niños a condiciones peligrosas ii. Brindar servicios de cuidado infantil a lo que el Estado denomina “migrantes transfronterizos” en un esfuerzo coordinado para implementar los principios de no discriminación e interés superior del niño permitiendo, en consecuencia, que también los niños nicaragüenses se beneficien de los centros cuando estén expuestos a las mismas condiciones iii. Es un ejemplo de voluntad política exitosa en coordinación con UNICEF, gobiernos locales, instituciones públicas, sociedad civil y sector privado. iv. Es una fuente de seguridad alimentaria y alivia la desnutrición que experimentan estos niños v. Tiene un enfoque intercultural, ya que es culturalmente apropiado para su nutrición y asegura que haya cuidadoras de su propia cultura vi. Facilita un entorno mejor para el empoderamiento económico y la salud mental de la mujer vii. Proporciona desarrollo y socialización en la primera infancia a través del juego viii. Es también un ejemplo de colaboración bilateral entre los Estados costarricense y panameño así como de cooperación internacional y; x. Facilita el acceso a los servicios de atención primaria de salud, campañas de vacunación y de desparasitación.

Según el coordinador del proyecto, Emmanuel Gómez Rojas, esta alianza ha beneficiado enormemente las condiciones de salud de estos niños, con una nutrición culturalmente apropiada, atención y educación temprana informal, así como una adecuada protección y seguridad. Este modelo protege a las niñas y niños Ngäbe-Buglé desde la infancia hasta los 12 años. Y representa esfuerzos de crear modelos de centros de cuido con sensibilidad para afirmar su cultura y tradiciones.

Esta coordinación multidimensional puede servir de modelo a reproducir para otras empresas e industrias como la agrícola que presente grados de similitud a esta situación. Sirve para promover el principio del interés superior del niño y de no discriminación. Se originan como resultado de buscar la armonía entre las obligaciones de derechos humanos y el respeto por la dignidad humana. En otras palabras las Casas de la Alegría son el resultado de grandes esfuerzos de compasión a través de grupos organizados de personas que se unen para facilitar una existencia digna y más feliz de los niños Ngäbe-Buglé.